Bruna y su vigencia
Continúan los tabúes sobre la prostitución en las series y el cine, persisten las ausencias en el mundo cultural de historias de prostitutas tratadas con profundidad, pero no faltan excepciones necesarias como Llámame Bruna. Serie que proyecta cuestiones por responder, y que sin ambages y con crudeza relata las situaciones por las que pasan quienes se llevan la peor parte de este negocio. Todo con el fiel propósito de alimentar la reflexión en la audiencia.
Lo hace a través de la historia de Raquel Pacheco, una menor de familia acomodada que toma la decisión de vender su cuerpo y llamarse Bruna. El desarrollo del personaje constituye el hilo conductor con el fin exponer al espectador todo lo que se sabe y se oculta acerca de la industria del sexo. Puesto que esta producción brasileña incide en la hipocresía de la sociedad ante la prostitución, así como la indiferencia y el desprecio hacia quienes la ejercen.
De sobra resulta conocido que existen víctimas de esclavitud, violaciones, persecución, y del ninguneo permanente por parte de quienes toman los cuerpos de las mujeres como objeto de consumo y de aquellos que mercadean con las trabajadoras sexuales. Algo tan cierto como que ellas también padecen las actitudes cómplices que generan sus sufrimientos. Un recordatorio ausente en las conciencias porque incomoda o avergüenza y muy destacado en Llámame Bruna.
La protagonista supera una adolescencia rota, cuyos motivos no se revelan hasta la tercera temporada. Su resiliencia le convertirá en una superviviente a quien las agresiones sexuales, los encañonamientos, las balaceras, los homicidios de los que es testigo e intentos de asesinato contra ella nunca quebrarán su fortaleza. Tampoco las tentativas de autodestrucción. No apagarán su lado sensible, ni terminarán con la entrega a las personas que ama. Pues Bruna explora los afectos en su búsqueda de llenar los vacíos existentes desde antes que decidiera enterrar a Raquel.
Atrapan historias como la de Georgette, madre ejemplar, prostituta, y por ello censurada al poner frente al espejo al patriarcado. Enganchan personajes como el de Samira Pereira, otra superviviente pero con distintos fines que los de las mujeres que explota. Quien podría haber sido el alter ego de Sharifa en Mujer en punto cero, al tener la misma idea sobre la existencia que el personaje descrito por Nawal El Saadawi: la vida es una serpiente, y hay que desarrollar aguijones para defenderse pero pisoteando a las de abajo si resulta preciso. Por eso Jessica y Lukas Pereira ejemplifican perfectamente por qué es un deber ‘matar a los padres’, a la vez que demuestran la evidencia que los descendientes no eligen a sus progenitores. Ambos hermanos son los pulmones de Bruna, y la familia que no pudo y quiso tener Raquel.
La discriminación que padece el colectivo trans y su valentía, la libertad de amar independientemente de la condición sexual que se ostente, el rol de las iglesias evangélicas en la sociedad brasileña, la prostitución masculina y la explotación de menores completan el resto de relatos que provocan, agitan y emocionan a las personas que se sitúan al otro lado de la pantalla.
Basada en la vida de la célebre Bruna Surfistinha, las cuatro temporadas de la serie cuentan con el cierre apropiado pero con todas las preguntas sobre la prostitución por contestar. Cabe destacar que no defiende posiciones abolicionistas, ni regulacionistas. Simplemente expone las posturas del debate que sigue vivo en el feminismo. Tan necesario como inconcluso y que series como esta y vidas como las de la protagonista ayudan a normalizar.
Dirección: Calvito Leal,Eduardo Vaisman, Pedro Amorim, Octavio Scopelliti, Márcia Faria, y Roberto Berliner.
Actrices y actores principales:
-Maria Bopp (Bruna Surfistinha -Raquel Pacheco-).
-Simone Mazzer (Samira Pereira).
-Stella Rabello (Georgette).
-Nash Laila (Jéssica).
-Ariclenes Barroso (Lukas Pereira).
Temporadas: 4.
Fecha: 2016-2019.
Foto de la reseña: @2016 Fox International Channels (US). Inc. and TV Zero Cinema. Ltda.