El cuerpo, la empresa y la libertad

J.L. Torremocha Martín

Estudia grado, máster y doctorado. Agrega a esta formación inglés, si es preciso cultívate en varios idiomas más. No para compartir conocimiento, favorecer las relaciones y ampliar los lazos. 

Entrena. Corre por tu cuenta, pedalea en la bicicleta, machácate levantando pesas y realizando abdominales dentro de tu domicilio o afuera. No con el fin de liberar endorfinas o favorecer tu salud. 

Desempéñate en tu lugar de trabajo con toda la entrega. Haz carrera. Te lo mereces, no hay tiempo que perder preocupándote por quien te acompañe. Al fin y al cabo toda la gente tenemos nuestros problemas. Mirar para otro lado resulta incómodo pero poco o nada puedes hacer por el resto y además limitará tus posibilidades de crecimiento laboral. El mercado de trabajo se encuentra fatal y no quieres que te echen. Hasta en un despido injusto te culparán de ir a la guillotina por tus propios errores o razones ajenas a la directiva que tiene la bandeja preparada para pasear tu cabeza si fuera necesario.

Emprende con tu cuerpo y mente. No te rodees de gente sin oficio ni beneficio. La vida es una rueda de negocios en la que constantemente hay que invertir en lo que nos sostiene. Ten relaciones sexuales para certificar que eres bueno en la cama. Recibir y dar placer es secundario. Cultiva tu imagen porque todo entra por los ojos, aunque ello signifique renunciar a los placeres de la comida o hacer ejercicios te disgusten. Los años pasan, te volverás mayor, aparecerá la amenaza de la impotencia sexual, la calvicie o la flacidez aunque llegado a ese punto también hay otros remedios pagados.

Tienes que hacer de tu cuerpo una empresa. Hay que construir la idea de “subjetivad contable y financiera” que desarrollan Christian Laval y Pierre Dardot en su libro La nueva razón del mundo. Las personas deben invertir para que su “capital humano” aumente indefinidamente y lo máximo posible.

Despreocúpate de desahuciados, los países empobrecidos, o residentes en barrios excluidos. Si no tienes trabajo, autoempléate. Así aunque no hayas leído a Wilhelm Röpke contribuirás a cerrar la grieta entre el proletariado y la burguesía, contagiarás tu despolitización y serás miembro de la civitas

Guía tu presente y futuro. Politizarse sólo lleva a que el Estado sostenga a las personas que no asumen sus propias responsabilidades y desgracias. Si no te ha llegado el turno de dar el salto, con tenacidad caerá la oportunidad. 

Lucha por el liderazgo, supérate a ti mismo y sobre todo al resto. En la competencia está la virtud. Como dicta Peter Drucker mantén el “espítiru de gestión” y ten una visión de manager en tu oficio contigo y el entorno para autodisciplinarte. Total, hace 50 años empezamos a sustituir al capitalismo por el Estado a la hora de atribuirle todos los males del día a día: las desigualdades, la inflación o la alienación. La administración pública sólo aporta paguitas como el subsidio del paro y algunas rentas mínimas para premiar a inútiles y sangrar al resto. Mantener políticas sociales como la ‘gratuidad de los estudios’ alimenta la vagancia. 

Por supuesto, ello no tiene nada que ver con lo que hippies, progres y perroflautas llaman neoliberalismo. Individualizar los problemas no va contra los escudos sociales. Puras pamplinas, las personas paradas no quieren trabajar e incluso se atreven a rechazar empleos precarios. Hay que velar por los beneficios de la empresa y optimizar nuestro propio esfuerzo siempre. 

No hagas parte del funcionariado. Denigra a sus integrantes si puedes. Son gente cómoda, cuya vocación pública hay que negar de forma sistemática. Nadie se mueve si no es por incentivos económicos, sanciones o amenazas. ¿Quién se puede oponer a las claves de la prosperidad?

Sé libre. Si no lo eres, ni así te sientes… disputa el marco y no la libertad que hay dentro del mismo a menos que tu alma no la haya cambiado el método de la economía como le sucedió a tus antecesores.

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