Existir es existir políticamente

Texto:Yamani Eddoghmi / Foto: @willliamsssnico
Cuando se habla de la migración, las personas migrantes suelen ser el objeto, nunca el sujeto. Es decir, quienes sufren el efecto de expulsión, el desplazamiento y sus consecuencias no tienen ni voz y mucho menos voto para decidir sobre sus vidas. 

Fijándonos en las decisiones que se toman, siempre se hacen atendiendo a un solo marco, eso es, la reducción de las personas migrantes a una única dimensión; haciendo así que toda su existencia se reduzca o se resuma en exclusiva al puesto de trabajo. Cabe señalar que este modo de tratar a cualquier persona, hace que su margen de maniobra o de actuación en el seno de la sociedad se vea enormemente mermado, sino nulo. Anular socialmente a alguien es reducirle a la nada, al fin y al cabo somos personas sociales y como decían los clásicos, sobre todo seres políticos. Cuando desaparece la dimensión social lo hace la política ergo la parte humana del ser. La pregunta, en este caso, es obvia ¿se puede vivir en una sociedad sin formar parte de ella?

La nueva y cambiante realidad nos exige una nueva mirada, el devenir del hecho político y sobre todo, el cambio de paradigma, nos interpelan. Resulta enormemente preocupante que con el auge de la extrema derecha; una derecha extraordinariamente xenófoba y abiertamente racista, la izquierda tanto social como política (institucional) no hayamos sido capaces de elaborar un relato mínimamente estructurado y unitario. Por ello, es de suma urgencia comenzar un trabajo, a contra reloj, para la elaboración desde ya, de un discurso capaz de contrarrestar el extremismo de la derecha.  Este discurso debe ser a su vez capaz de generar nuevos marcos y paradigmas para, quizás el que debiera ser nuestro objetivo más preciado que es aglutinar, al menos, a la población migrante alrededor de un proyecto político viable y progresista. 

Caminar con perspectiva

Para lograr estos objetivos es necesario echar una mirada atrás y aprender del pasado para no repetir los mismos errores. Por eso es preciso revisar los grandes modelos de integración. Es necesario además revisar el mismo paradigma de la integración.  Es completamente inútil seguir hablando de un modelo y un concepto completamente desfasado y que una vez tras otra ha demostrado su completa inutilidad.

El paradigma de la integración debe ser superado porque ha fracasado estrepitosamente. El enorme esfuerzo resultó ser una quimera. Es así porque su base era errónea ya que reducía las personas migrantes a una o dos dimensiones generalmente la económica y a veces la folclórica. Como sociedad debemos afrontar el problema de un modo integral, el sistema basado en la integración se fundamenta en la unilateralidad y la inmutabilidad, de modo que, son las personas migrantes quienes deben integrarse en la sociedad de acogida, una falacia ya que la naturaleza de las sociedades es el dinamismo y el cambio constante.

Otro de los grandes retos que hay que afrontar y que debemos revisar es la relación de la migración sur/norte con el colonialismo. Dicho esfuerzo no debe llevarse a cabo con el ánimo de culpabilizar y mucho menos revicitimizar a la personas migrantes. El propósito es conocer y reconocer el origen u orígenes del asunto en cuestión. Está claro que las migraciones tienen en el colonialismo uno de sus mayores causas, obviarlo es dejar de lado una de las variables de análisis más importantes. 

Dada la enorme presión que sufren las instituciones, tanto públicas como privadas, pero también debido a la escasa voluntad de afrontar el tema con ánimo constructivo, empieza a surgir un nuevo modelo que podríamos llamar migraciónwashing. Eso es lejos de ofrecer soluciones reales a problemas reales, lo que vemos son gestos simbólicos, encaminados todos ellos a dar la sensación de movimiento cuando la realidad es otra. Existe hoy una izquierda caviar capaz de usar la inmigración con fines electorales y políticos, de blanqueamiento de cara y con carácter folclórico para una vez logrados los objetivos marcados olvidarse del asunto hasta que surja la necesidad de nuevo. 

Últimamente se habla mucho de la aportación de las personas migrantes a los países de acogida. Curiosamente se discute mucho sobre la aportación económicamente aunque en los últimos tiempos se empieza a hablar también de otras aportaciones en otros ámbitos. Si bien ambas son necesarias, sin embargo se elude la discusión política, lo que podría llevarnos al riesgo de la trampa de la utilidad. Es extremadamente peligroso hablar de las personas migrantes en términos de utilidad, eso crearía un marco infinitamente más dañino que el modelo anterior de la integración. Ese nuevo paradigma dividiría las personas migrantes en buenos y útiles y malos e inútiles. Por lo tanto crearía el argumento y la justificación perfectos para aceptar unos y rechazar otros que es en definitiva lo que pretende la derecha. 

Con al auge de la ultraderecha se ha reforzado enormemente el discurso identitario. Es preciso que desde la izquierda comencemos a abordar dicho problema, si bien es necesaria la construcción de una identidad política, no podemos caer en la ingenuidad. El debate debe ser colectivo, participativo y coordinado. Personalmente, la cuestión de la identidad me resulta extremadamente peligrosa, no obstante ya existe el debate y en estos momentos está hegemonizado por la derecha, por ello desde la izquierda debemos avanzar hacia la construcción de la sociedad mosaico, una sociedad que refleje todos sus componentes. El nuevo debate además, debe tener en cuenta un nuevo enfoque basado enla perspectiva de la ciudadanía. 

El objetivo no debe ser el aprendizaje, que también; sino que desde la izquierda y los sectores progresistas se inicie un proceso de reflexión colectiva sobre un tema que se ha problematizado cuando no debía ser así. Toca abrir un debate colectivo y coordinado sobre la migración, urge generar discursos que se basan en análisis y diagnósticos pegados a la realidad, a la vez estos debates deben llevarse a cabo desde la base de la pirámide, para ir escalando hasta impregnar a toda la sociedad y hacerse transversales a toda acción social y política. 

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