José Luis Torremocha Martín

Todo monopolio intenta seducir a la potencial clientela para que se sienta en el edén mientras llena el carro.

Nada en el lenguaje es casual y quienes se creen dueños del planeta no iban a dejar pasar la oportunidad de anestesiar a la población ante la pérdida de poder adquisitivo.

Brindemos por el derecho la información, sorteemos los árboles que nos impiden ver el bosque para que la buena noticia de ayer sirva como punto de inflexión del mañana.

Ante las olas de calor, sequía y carestía los sofocos propios de estas fechas quedan o en molestias o tortura según la renta.

Aspirar a ordenar medianamente una rutina es un privilegio. Siempre quedará en una tentativa porque la propia existencia en sociedad se ve alterada por elementos incontrolables.

Denunciar el genocidio sionista en Gaza no resulta un frase de propaganda, ni tomar partido por un bando de dos que confrontan en una guerra. Más bien una responsabilidad histórica.

Hacer del cuerpo una empresa en la que invertir para que el “capital humano” aumente lo máximo posible… o romper con el marco imperante. No hay otra opción en los tiempos que vivimos. Toca evaluar y escoger.

El mercado ha trazado una línea divisoria entre rentistas e inquilinos en la que los primeros niegan el derecho a la vivienda los segundos. La luna ante la que hay tomar partido está servida.