El sueño de un mundo en construcción se apellida Lemebel
“Hay tantos niños que van a nacer Con una alita rota Y yo quiero que vuelen compañero Que su revolución Les dé un pedazo de cielo rojo Para que puedan volar”(1).
Pedro Segundo Mardones Lemebel. Cronista, activista, pionero, genio y sobre todo… indestructible. Basta devorar Poco Hombre para confirmar la vigencia del escritor tras su partida, cuyo amor y el compromiso por la libertad común echaron por tierra las proclamas rancias que vinculan el compromiso político con la propaganda y así apartar la crítica social de la literatura.
Lemebel armó relatos capaces de emocionar desde los márgenes del mundo (2), bailar la triste cueca de Chile que junta a las personas desaparecidas con las excluidas del sistema neoliberal (3) e iluminar las áreas de la ciudad habitualmente oscurecidas (4). Narra la historia desde abajo, con las minorías y marginados como voces relatoras (5). Desde la urgencia, la homosexualidad orgullosa y la conciencia de clase bajo la que manifiesta sus deseos políticos. “El camino legal y el de mentalidad van por carriles distintos, tiene que pasar por la inserción de la cuestión homosexual en lo social, no como privilegio, ni como algo políticamente correcto sino que como un devenir más en este abanico múltiple y poliformo de la sexualidad en evolución y constante cambio. Tal vez, la homosexualidad pudiera ser una parada en esta evolución y ser una sexualidad por venir, por hacerse” (6). Palabras del autor que se rebeló contra quienes promulgaban que el mundo empobrecido sólo tenía la opción de “reírse para no asumir nunca el tatuaje del dolor” (7).
El escritor que tuvo a Carlos Monsiváis como referente, combinó lo popular con lo político sin rehuir del panfleto si así lo considerara necesario (8). “¿Por qué los lugares de los pobres no pueden ser patrimonio de la humanidad?”, expresó Lemebel al referirse a la Comuna de San Miguel donde se crió, área combativa contra la dictadura donde este hijo de un panadero del sur creció junto a gente mapuche y forjó su creencia en la utopía de “soñar un mundo, pero construir un mundo”. “No solamente soñarlo, porque hay derecho a soñar pero hay deber de construir” (9).
Heredero y defensor del fenómeno cultural de la Unidad Popular, entendió la confrontación como parte de la vida, la escritura como bordado y la caricatura como protesta. Así lo hizo con las acciones de las Yeguas del Apocalipsis, las cuales lograron visibilizar al colectivo homosexual, ausente en las carreras de “hombres de bien como medicina” (10). Con el convencimiento que toda acción contribuye a terminar con el terror y que cuando cualquier minoría trata de hacer valer sus reivindicaciones en la calle es calificada como violenta (11).
Orgullosamente perteneciente a la generación que bailó Pateando piedras (12) con Los Prisioneros, parte no desdeñable de ella sacrificada por las promesas incumplidas de la “maloliente democracia” (13). Crónicas que en Poco hombre rememoran la consagración de Lemebel, recuerdan y reivindican su prosa cuando escribió acerca de la pandemia que entrado el siglo XXI pasaría a un segundo plano. Décadas más tarde de aquellas miradas pertenecientes a las personas infectadas, en quienes la muerte tomaba “vacaciones” (14) el tiempo previo al estigmatizado desenlace.
De los sueños a la“demosgracia”
Leer a Lemebel emula la memoria desgarrada de un escritor a quien “no perdonan que tengan boca” ni que no otorgue la absolución a los criminales de la dictadura pinochetista (15). No temió herir susceptibilidades y siempre optó por la palabra gente en lugar de pueblo para así alejarse del ente descafeinado (16), aquel que integra “las encuestas que suman electrodomésticos para evaluar la repartija del gasto social en las capas de menos ingresos” (17). Pese a la frustración sufrida por quien aspira a cambiarlo todo, no renunció a la lectura y escritura como instrumentos de poder más que de conocimiento (18) contra la herencia neoliberal, el capitalismo y “la economía de la democracia” (19). Término con el que sintetizó a su manera la transición chilena y los procesos posteriores del país andino. Siempre contrariado por los efectos de la desmemoria y las consecuencias de la globalización que importaron dirigentes chilenos y aplicaron a la cultura cuando regresaron al país que les expulsó (20).
Según Lemebel cambiaron “el overol rojo para ponerse minifalda renovada” tras la caída del Muro de Berlín en contraposición a ese otro exilio a quienes el autor de Poco Hombre relaciona con el combate de “la expulsión organizando peñas, amasando empanadas hasta la madrugada o juntando platas solidarias para apoyar la resistencia del terruño combatiente”. Migrantes que sobrevivieron en el regreso a Chile “con esa grieta incurable en el corazón”. Ya que al fin y al cabo según Lemebel durante el fin del siglo pasado se desbarató «el naipe ético de whisquierda, que ve agonizar el milenio con mucho hielo en el alma y un marrón glacé en la nariz para repeler el tufo mortuorio del pasado”. La misma que toma “el pan amargo del olvido y el vino infectado por el brindis de la impunidad” (21). El autor expresó su oposición al tiempo vivido con contundencia porque “el mismo animador que animaba los cumpleaños de Pinochet siguió animando la cueca conservacionista” (22).
No tuvo reparos en calificar el 11 de septiembre en Chile como “la glorificación del Happy Birthday del día más brutal de nuestro calendario” (23) y apuntar que la resistencia “aprendió a sobrevivir bailando la triste cueca de Chile con nuestros muertos, los llevamos a todas partes con un cálido sol de sombra en el corazón, con nosotros viven y van plateando de luna nuestras canas rebeldes” (24). Cabe recordar que el pañuelo tan característico que portaba homenajeaba a las personas asesinadas y desaparecidas (25) mientras en vida paseaba entre torturadores y asesinos que disfrutaban de la impunidad. “Si no hay justicia, hay funa. O debe haberla”.
Estética subversiva
Bajo su exquisita pluma, el Lemebel más vigente no obvió la represión y la alienación que padece la juventud, la parte más engrasada del motor que lleva a todo cambio. Contextualizado en su Chile pero aplicable a cualquier país occidental en su tiempo y trasladable a la actualidad: La enamorada erradica del descontrol (26).
Poco hombre como hilo conductor de la prolífica obra de Lemebel, recoge ese estilo tan propio del teatro y las estéticas subversivas de los grandes nombres del género de Lope de Vega, Valle Inclán o Bertolt Brecht (27). Cuya prosa aborda sin tapujos la cruda realidad. Leer a Lemebel estimula los sentidos humanos por lo multicolor en su relato, los sonidos, planos y ritmo (28); eleva a la belleza a los personajes que escoge hasta en las peores circunstancias (29). Fruto de su activismo de sexodisidente llevado a cabo fundamentalmente en los 80 durante los años de la dictadura de Pinochet tomando las calles con acciones artísticas en espacios públicos (30).
Nutriente de la literatura que enriqueció hasta llevarle a la excelencia cuando abordó temas tabú y desveló las realidades más invisibilizadas de los países capitalistas antes y después del colapso del campo socialista entrados los 90. La esquina es mi corazón, Loco afán, Adiós mariquita linda son algunos de los evangelios en el credo lemembeliano (31), el cual demuestra que el enfoque interseccional refuerza las luchas de las minorías y lejos de debilitarlas, las complementa y consolida su residencia (32). Deseos de libertad como combustible de un motor que acelere los cambios, afronte los nuevos desafíos y siembre las revoluciones (33).
REFERENCIAS
(1) Lemebel, P. (2022). Poco hombre. Editorial: Las afueras. Barcelona. P.43.
–Manifiesto Hablo por mi diferencia leído por Lemebel.
(2) López Morales, B. (2005). Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel: ruptura y testimonio. Estudios filológicos, (40), 121-129.
(3) Rosano, S. (2009). Pedro Lemebel ante las lógicas de la exclusión. In VII Congreso Internacional Orbis Tertius de Teoría y Crítica Literaria 18, 19 y 20 de mayo de 2009 La Plata. Estados de la cuestión: Actualidad de los estudios de teoría, crítica e historia literaria. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Centro de Estudios de Teoría y Crítica Literaria.
(4) Martínez, L. (2022). Pedro Lemebel, belleza indómita.
(5) Alves, W. D. S. (2012). Fronteras del deseo: melodrama y crítica social en Tengo miedo torero, de Pedro Lemebel. Castilla. Estudios de Literatura, (3), 181-204.
(6) Jeftanovic, A. (2000). Entrevista a Pedro Lemebel: El cronista de los márgenes. Lucero, 11(1).
(7) Ibid.
(8) Trazo mi ciudad. Capítulo 10: Pedro Lemebel. Santiago, Chile. 29/05/11.
https://www.youtube.com/watch?v=n21S1UQoMlA
(9) Corazón en fuga. Documental sobre el escritor chileno Pedro Lemebel.
https://www.youtube.com/watch?v=waYBGJzI8us
(10) https://www.youtube.com/watch?v=AU5d2AUtty4
(11) https://www.youtube.com/watch?v=HfAErkTjyMc
(12) https://www.youtube.com/watch?v=xOKMHxQFIWE&list=PL4iSbgi3WlCpF8TF_nmLqDaXMUsxf2iVo
(13) Entrevista al escritor chileno Pedro Lemebel del año 2001 en el programa Off the Record, conducido por Fernando Villagrán.
https://www.youtube.com/watch?v=NHLBRc3RDmA
(14) Lemebel, P. (2022). Poco hombre. Editorial: Las afueras. Barcelona. P. 22.
(15) Ibid, p. 23.
(16) Ibid, p. 28.
(17) Ibid, p. 57.
(18) Ibid, p. 46.
(19) Ibid, p. 71.
(20) Ibid, p. 167.
(21) Ibid, p. 194
(22) Jeftanovic, A. (2000). Entrevista a Pedro Lemebel: El cronista de los márgenes. Lucero, 11(1).
(23) https://www.youtube.com/watch?v=xV2C-VT9g84
(24) https://www.youtube.com/watch?v=O6d_sCBBYdo
(25) Entrevista en Radio Tierra 12 de agosto de 2008
https://www.youtube.com/watch?v=heL_o_OIoks
(26) Lemebel, P. (2022). Poco hombre. Editorial: Las afueras. Barcelona. pp 317-334.
(27) Gac-Artigas, P. (2016). Morir para existir: la voz provocadora y rebelde de Pedro Lemebel, el anticronista. Textos híbridos, 5(1). P2.
(28) Ibid, p. 5.
(29) Ibid, p. 8.
(30) Alarcón, J. C. (2023). Filiaciones intelectuales, políticas y afectivas entre Pedro Lemebel y el feminismo chileno. Mitologías hoy, 29, P.22.
(31) Ibid, p. 23.
(32) Ibid, p. 30.
(33) Navarrete Higuera, C. (2017). Pedro Lemebel: un geopolítico socio-textual. Literatura y lingüística, (35), P.81.