Trasnochar transpirado en el mes del Staycation

J.L. Torremocha Martín

La jerga neoliberal, la misma que niega el drama o el obstáculo para rebautizarlo como oportunidad e individualizarlo todo no deja de generar palabras.  No son tantos los términos que tomen anclaje a pesar de la cantidad de recursos invertidos para tratar de convertir esta doctrina en una religión. Aun así resulta  justo reconocer la habilidad de los gurús del pensamiento que pretende ser único, al emponzoñar la situación de las personas de abajo. Sobre todo la de aquellas que se niegan a reconocerse como tal y prefieren verse en el suelo de la clase media y así evitar la autoflagelación. 

La mayoría de los núcleos urbanos más poblados en las periferias ibéricas y mediterráneas de Europa sufre la carestía de la cesta básica, de la vivienda, así como la inflación. Factores que machacan a quienes no tienen rentas elevadas. 
Al sur del continente también le azotan las sucesivas olas de calor. No hay un término creado que refleje la oportunidad de no dormir por las elevadas temperaturas. Al fin y al cabo resulta complicado revestir de belleza las noches a más de 30 grados que restan salud a durmientes sin aire acondicionado.
Tal vez no se ha creado la palabra porque todavía no hay nicho de mercado o porque el Staycation lo sintetiza casi todo. 
Incluso sortea el desastre climático para llegar a la conclusión de que no viajar en vacaciones fuera de la residencia habitual ofrece grandes ventajas. Bajo la siguiente premisa: el placer de no moverse del barrio o hacerlo sin salir del municipio con un clima sahariano no tiene por qué ser necesariamente malo para quienes no se puedan permitir mejores posibilidades. Si a ello se le agrega “no diga crisis, piense en una oportunidad” se le pone el lazo a este argumento.

Nada en el lenguaje es casual y quienes se creen dueños del planeta no iban a desaprovechar la ocasión para imponer su dialéctica con el fin de ganar por partida doble: anestesiar a la población ante la pérdida de poder adquisitivo año a año y de paso captar los recursos de quienes no puedan más que refugiarse en el consumo perimetral para sentirse algo menos infelices. 

Miseria bajo el fuego

Cáritas informó este verano que la mitad de las personas que atiende tiene empleo. Sufren de pobreza laboral y por consiguiente según la misma entidad cuentan con serias dificultades para mantener la vivienda, hacer frente a los gastos de los suministros y alimentarse correctamente.  EAPN-ES alertó en su  su XIV Informe ‘El Estado de la Pobreza en España’ que el riesgo de exclusión social afecta al 26 por ciento de la población. Cerca del 40 por ciento de los hogares no puede afrontar gastos imprevistos y prácticamente el 50 por ciento de las gentes que habitan en este país de la UE reconoce tener serias dificultades para llegar a fin de mes. Las familias monoparentales y las mujeres se llevan la peor parte. A la feminización de la pobreza le sigue el feminicidio en los meses estivales con las cifras más elevadas de crímenes machistas.

Las redes son el salvavidas en estas fechas para quienes tienen que apretarse todavía más el cinturón, ello encaja cuando se lee que al menos una quinta parte de la población no puede plantearse hacer turismo una semana  fuera del hogar. Y entre aquellas familias a las que no les queda otra que aguantar el mayor tiempo entre cuatro paredes, aproximadamente la mitad no logra mantener el domicilio a una temperatura adecuada

El Staycation no apela a tomar los parques y construir comunidad sino claramente a individualizar el sopor y caer en el “no es tan malo” o “puede ser peor”. El término no se asocia a la salvaje turistificación, ni a salirse de los convencionalismos de tener que viajar y seguir un estricto esquema cada agosto.  Ciertamente, compartir piso o vivir en una zona gentrificada no tiene por qué ser negativo siempre que se elija.  Y ahí está la trampa.  No hay elección cuando las familias no pueden tomar vacaciones fuera de su entorno y qué mejor que establecer la resignación primero, para luego hacerse si resulta preciso hasta con los céntimos de las personas con más temperatura corporal. De ahí la jugada siniestra asociada al término.

Hacia el fin del verano

Durante el octavo mes del año ya no se vacían las grandes ciudades de sus oriundos como antaño y ahí no hay apego. Tampoco se mueve una hoja, como no lo hacen los seres humanos durante este tórrido periodo a menos que los incendios se aproximen a los domicilios o las danas caigan sobre ellos. Sólo la emergencia impulsa el movimiento en agosto o el fútbol si hay triunfo masculino en el Mundial o la Eurocopa, también si se produce un tsumani deportivo-político como el descenso de hace casi 30 años del Sevilla y Celta por asuntos administrativos.
La anestesia que lleva la marca del deporte rey entonces mostró toda su potencia. Ahora sólo es un analgésico eficaz y el balón ya empezó a rodar en agosto tras la celebración de los Juegos Olímpicos. Evento en el que la delegación española cumplió con creces aunque no satisficiera la voracidad de quienes solo misionan ciertos deportes cada cuatro años con las gafas del enfervorizado aficionado merengue. Con la misma actitud madridista de cuando su equipo juega contra el Mallorca y no lo consigue doblegar. Aunque los blancos se impusieron en la Supercopa europea y ello tal vez forme parte de la rutina tres días después de que se apagara el pebetero en París y 48 horas antes del inicio de la Liga. Campeonato que hace tiempo dejó de estar ligado al inicio del año escolar porque ya no comienza muy pegado a septiembre. Ya sólo se vinculan a la previa del curso los anuncios de coleccionables y del material colegial.

A unas semanas del regreso del alumnado a las aulas, la normalidad de acudir al bar,a la terraza con el fútbol de frente o de fondo no se aprecia como una gran oportunidad que ofrece el municipio durante agosto. Por lo que el Staycation a la española se basa en el consumo en parques de atracciones, acuáticos y temáticos – excluyendo las áreas gentrificadas -. También en tomar las alternativas de ocio que ofrecen los festivales de música. Pues al fin y al cabo parece que lo último que se ofrece en las explanadas donde se va a ver a grupos y cantantes es precisamente música. Aunque no hay que negar que en estos eventos se favorece la socialización y no se puede despreciar en estos tiempos de individualización de las emociones. Tono en el mismo mes de matoneo por parte de la extrema derecha que cultiva el paramilitarismo  tanto en la calle, como el parlamento, las redes sociales y a través de sus voceros hispanos hasta en Argentina.

El curso político no ha empezado o tal vez no terminó del todo y los neoliberales no restan medios para que las gentes se convenzan del atractivo a lo que a casi nadie le parece que lo encuentre para autoconvencerse de que sólo en gastar parné se halla la felicidad. Cuando ya no se puede aspirar al sueño convencional de escaparse en el octavo mes, para no convertirse en personajes sociales se pueden encontrar maneras de consumir anodinas con el fin de aplazar por comodidad o desesperación y siempre en soledad;  la reflexión sobre por qué hallar el atractivo a trasnochar transpirado. 

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